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sábado, 7 de diciembre de 2013

Dios / Jose Cascales



 

Principio que perdura en el tiempo: la materia no se crea ni se destruye; solo se transforma. 
Ley de Lomonosov-Lavoisier



 Los cambios acontecen con rapidez, lo que antes precisaba cientos, incluso miles de años ahora se produce en pocos meses. La Tierra, el planeta en el que nació la vida en el Sistema Solar ha cambiado; su órbita, ahora es más excéntrica, aproximándose a Venus; Júpiter colabora trayendo más martilleo gravitacional debido a su proximidad, generando grandes mareas. Por todo el planeta surgen abismos que emergen catapultados por los violentos movimientos tectónicos, coronados por explosivos volcanes que parecen estar conectados directamente con el núcleo terrestre.
 La desestabilización del cinturón de asteroides y las acumulaciones transneptunianas regalan meteoritos y asteroides que explotan en la atmosfera terrestre, los mayores que resisten el rozamiento se precipitan en la tierra y el mar.
 Por otra parte, los planetas exteriores serán expulsados lejos del sistema solar originario en menos de 100 años; en el caso de Júpiter, después de hacer un extraño quiebro alrededor del Sol y cerca de la Tierra. Saturno se alejará a velocidades imposibles. Plutón invertirá su sentido de traslación… Venus colisionará con Marte y Mercurio en su carrera hacia el Sol, los restos del brutal impacto reducirán la Tierra a fragmentos que se fusionaran con los demás y todo será engullido por lo que fue nuestro Astro Rey. La modificación de los tiempos, de lo imperceptible a lo inmediato, ha originado “Caos” Afortunadamente hace tiempo que la vida desapareció del Sistema Solar, los esfuerzos por habitar otros planetas y satélites se habían realizado con rapidez dos mil años atrás pero se detuvieron al descubrir al visitante que llegaba envuelto en la oscuridad destructiva. El porcentaje mínimo, una montaña de ceros después de la coma y antes del uno se había convertido en realidad. El temprano hallazgo permitió a la humanidad prepararse para la huida hacía… sin destino. Como pequeñas esporas de vida expulsadas de su planta partieron a la búsqueda de la oportunidad de sobrevivir desconociendo sus posibilidades de éxito o de fracaso…
 Yo también he cambiado. Soy el ente más longevo del universo, el superviviente - testigo de la historia pasada, presente y futura; almacén infinito de conocimientos y sabiduría; descubridor de realidades impensadas…, me he transformado en una existencia inmortal hacedora de vida.

lunes, 21 de mayo de 2012

THEOTOKOS Y PANTOCRATOR/ Souhail Wilfredo Cheng

Desde lo alto del retablo cayeron dos divinidades, de valor incalculable para algunos y simples trozos de madera podrida para otros.
Aquel Pantocrátor cuya mirada abría por la mitad las entrañas de la existencia humana cayó sobre el altar. Un altar excesivamente recargado con el pan de oro robado en la orfebrería de las “Divinas Amortajadas”.
Sobre un suelo de mármol, amarillento por el paso de los años, cayó finalmente el Pantocrátor y sobre una pila bautismal cayó la Theotokos.
De los huecos del sagrario salieron criaturas de todo tipo al escuchar semejante orgía destructiva. Criaturas que no podían salir de sus cárceles miméticas, ya que desde las alturas las divinas providencias lanzaban cera hirviendo sobre sus almas.
Las polillas miméticas degustan la sabrosa madera podrida de las divinizadas figuras.
Un pequeño grillo mimético salio del cáliz barroco que contiene la sangre obtenida por las hordas de sanguijuelas guiadas por el poderoso Pantocrátor. El grillo emitió su melodía, un réquiem por los que sufrieron y murieron desangrados y un allegro por los que viven en el destierro mimético y hoy vuelven a su altar.
Una gran vidriera estalla al paso de varias gárgolas miméticas que bajan de la Torre del Honor. Dos gárgolas que ocultan su aspecto, decapitan las moribundas almas de las repulsivas tablas de madera. Tablas que fueron barnizadas de arrogancia.
 Danzas de tiempos ancestrales y cánticos celtas en el funeral de los que un día lloraron de risa sobre la mortaja de los miméticos.

El mármol amarillento recobra hoy su
brillo al caer sobre él las lágrimas de alegría de las criaturas miméticas.

Lágrimas de alegría y regocijo tras el paso atronador de la guadaña que corta los
verdes prados del valle mimético.



miércoles, 25 de abril de 2012

No fue un sueño/Antonio Lopez Sierra



Wish You Were Here by Radiohead on Grooveshark

Doblando la esquina me encontré con dos figuras alargadas que iban abriendo el aire contaminado por las hogueras. Recuerdo aquel momento como un encuentro personal con la frontera opaca entre la vida y la muerte.
Dos agentes de las SS venían con paso firme hacia mi espacio vital. Clavando el tacón de sus botas sobre el suelo, hacían que mi columna oscilara sobre su eje. 

Uno de ellos porta en sus manos un papel y el otro solo mira al frente. Inmóvil quede en aquella esquina mientras aquellos dioses se acercaban cada vez más. El tiempo pasó tan despacio y a la vez tan rápido. Aquellas botas se posaron frente a mis pies y el taconeo cesó. Quede bajo aquellas figuras, sin levantar la cabeza y con la respiración entrecortada. No se movían aquellas botas y no se el motivo pero decidí mirar a las dos torres que taparon el sol que me iluminaba.

El que portaba el papel ya no lo tenía entre sus manos. Cambio el documento por su pistola y el que miraba al frente tenia clavado sus ojos en los míos.

Un calor recorrió mis piernas hasta mis pies y un olor a descomposición emano de mis pantalones. Segundos infinitos que acabaron con mi infancia.

Con una sonrisa torció su rostro aquel que tenia clavado sus ojos en los míos. Continuó aquella ejecución con una risa ligera y corta.

El aire cambio de dirección cuando el que portaba el arma movió su brazo. La risa paró y el ángel ejecutor volvió a su funda de cuero.

De nuevo el taconeo y aquellas largas figuras pasaron cada uno por un lado dejando entrar los rayos del sol. Ahora comprendo lo que sintió Moisés cuando ante sus pies se abrió el mar que impedía buscar su destino.

No mires atrás, me decía a mi mismo una y otra vez. Así lo hice y espere a que se alejaran del vertice.

Llegué a casa y vomité leche en polvo que tanto disfrutaba cuando era niño.
Cada día me pregunto si ocurrió o solo fue un sueño.

No fue un sueño, no fue real y solo se que existió.